SANTA MARIA DE BERMEO
Bermeo es un municipio jalonado de ermitas e iglesias y quizá por ello una de sus «joyas arquitectónicas», Santa María, que data del siglo XVIII, pasa prácticamente inadvertida para la mayoría de vecinos.
El templo, declarado Monumento Artístico por el Gobierno vasco, comenzó a erigirse en la plaza Sabino Arana en 1823. El proyecto partió de una necesidad movida por la fe. La comunidad cristiana de la localidad costera había asistido poco antes al derrumbe de la antigua Santa María, que se encontraba en la Tala. Su desaparición dejó a Bermeo con sólo dos iglesias: Santa Eufemia y San Francisco.
Este hecho «supuso un problema ya que era inconcebible la vida con un templo menos. La cristiandad bermeotarra era entonces muy grande», asegura el experto en la historia de la villa, Manu Muñoa. El emplazamiento de la actual Santa María desató la polémica entre los vecinos. La pugna generó dos bandos: 'goikuek' (los de arriba) o 'atalayistas' y 'bekuek' (los de abajo) o 'placistas'.
Mientras los primeros apostaban porque la nueva iglesia se levantara de nuevo en la Tala, los segundos propugnaban un enclave más céntrico. «El debate no fue espontáneo sino que partió de los intereses de los grupos tradicionales y liberales», explica Muñoa. Una vez superadas las diferencias se barajaron tres posibles alternativas en el centro urbano. «Venció el actual emplazamiento y la nueva iglesia se levantó en un terreno propiedad del Conde de Baños», señaló. El futuro templo, sin embargo, requería de un acuerdo previo entre el Consistorio, el estamento eclesial y Nacional. Además, «se requería una importante financiación por lo que solicitaron ayuda a los vecinos y vascos que en ese momento se encontraban en el continente americano e incluso se vendieron varias ermitas. Las donaciones finalmente llegaron para hacer la obra», relata.
En varias fases
De estilo neoclásico, la iglesia Santa María dispone de una planta de cruz griega rematada con una cúpula octogonal sujetada por arcos que forman hasta cuatro retablos. El templo, además, está flanqueado por dos torres. Sin embargo, sólo una de ellas cuenta con campanario, que se colocó después de registrarse un trágico suceso. «Al principio se instalaron varias campanas en una espadaña con la mala fortuna de que en 1895 se desprendió una de ellas y mató a un joven», recuerda Muñoa.
El proceso de construcción de la basílica se vio interrumpido en diferentes fases. La más prolongada estuvo relacionada con la primera Guerra Carlista. «Provocó la suspensión de las obras», destaca el historiador. Finalmente, la nueva iglesia se hizo realidad en 1858. Su inauguración tuvo lugar seis años más tarde.
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