martes, 17 de noviembre de 2009

Más de un millar de arrantzales de la localidad vizcaína navegan por el mundo
11.10.09 -
Bermeanos en los siete mares
El sector de bajura está hundido, el número de embarcaciones que atraca en Bermeo no llega a la treintena. / F. GÓMEZ
Hubo un tiempo en que era posible cruzar de un muelle a otro del puerto de Bermeo saltando de barco en barco. Corrían las décadas de los cincuenta y sesenta y en la dársena de la villa marinera había casi medio millar de buques. La pesca era el principal motor económico del municipio. Hoy en día, el panorama ha cambiado radicalmente. El sector de bajura está hundido y el número de embarcaciones que atraca en la dársena vizcaína no llega a la treintena. Estas empresas dan trabajo a unos 250 hombres de entre una población de 17.000 habitantes.
Sin embargo, la localidad vizcaína, al igual que sucede con Lekeitio, Ondarroa o Getaria, exporta arrantzales a todos los rincones del planeta. Aunque según las armadoras, «cada vez es más complicado encontrar gente dispuesta a ir a la mar» -se trabaja de sol a sol, la mayor parte del tiempo están lejos de los seres queridos y no se gana tanto como algunos piensan-, buena parte de los patrones, capitanes y jefes de máquinas de los atuneros y mercantes frigoríficos que navegan por el Atlántico, Índico y Pacífico proceden de la localidad vizcaína. Se calcula que hay más de un millar. Llevan el salitre en las venas. Sólo el sector atunero da empleo a unos 300 bermeanos, muchos de ellos procedentes de la bajura, tras la crisis que sufrió ésta hace unas décadas.
«Pasaron de dormir en el catre, sin poder darse una ducha en los 20 días que dura una marea, a descansar en el camarote individual que ofrecen los barcos modernos», asegura Jon Ander Zabaleta, director de la Escuela Náutica de la villa marinera. Este trasvase de profesionales de una flota a la otra exigió a los navegantes mejorar su formación para hacer frente a nuevos retos. Buena parte de los actuales capitanes y jefes de máquina de Bermeo compartieron aulas en la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas Navales de Portugalete.
En la actualidad, en la Escuela Náutica de Bermeo hay 61 alumnos, aunque durante el año por sus aulas pasan unas 600 personas para realizar cursos formativos. «El problema es que muchos de estos jóvenes se hacen con el título con la idea de trabajar en tierra, sobre todo en barcos de pasaje. En los próximos años escasearán los profesionales para cubrir los puestos de muchos maquinistas u otros oficiales», augura Zabaleta.
Con balsas y redes
Los primeros atuneros que se construyeron en Bermeo, allá por el año 1964, fueron el 'Alacrán', patroneado por Plácido Etxebarria, y el 'Albóniga', dirigido por Laucario Goldaras. «Estos dos patrones sufrieron mucho durante sus primeras campañas. Sabían que entre Senegal, Freetown y Costa de Marfil existían zonas ricas de pesca, pero aunque tenían gran experiencia en bajura y contaban con tripulaciones competentes, carecían de algo fundamental: información sobre el medio marítimo concreto de África y una organización específica de la manera de pescar atún allí», detalla la profesora de la facultad de Periodismo de la UPV, Miren Gabantxo, que hace algún tiempo publicó uno de los escasos estudios que existen hasta el momento sobre la actividad que se desarrolla en este tipo de buques.
La adaptación al medio por parte de los primeros patrones-pescadores que se lanzaron al Océano Índico les obligó a observar el comportamiento del pescado en su ruta migratoria y compartir los datos «en secreto y mediante claves con los de su misma empresa», añade Gabantxo, que compartió cubierta durante un mes con estos pioneros. Finalmente, se introdujo un modelo de pesca que se denomina 'con objeto' y que consiste en la fabricación de unas balsas de maderos y redes, de dos por dos metros de medida, que se dejan a la deriva y se controlan desde el barco por radio-balizas. «Aún se desconocen las razones por las que el pescado se arrima a ellos. En el Pacífico, hay que ir a buscarlos de noche cerrada y, sin embargo, en el Índico y el Atlántico el pescado también se puede retirar del objeto a la luz del día. Misterios de la naturaleza», explica un capitán de Bermeo que ha faenado en tres de los principales océanos del mundo.
Javier Ugalde no ha trabajado nunca en atuneros, pero se conoce al dedillo casi todos los mares del mundo y a los piratas que navegan por sus aguas. Ha trabajado durante más de treinta años en barcos mercantes que los piratas mantenían en todo momento en su punto de mira. El Estrecho de Malaca ha sido una pesadilla en su dilatada carrera de maquinista. «Nunca lo cruzábamos de noche. Esperábamos en la entrada a que se hiciera de día y navegábamos con las mangueras de agua en marcha con una presión de siete kilos, como las de los bomberos», recuerda. Además, «antes de abandonar puerto, un grupo de submarinistas comprobaba si teníamos alguna bomba pegada en el fondo del casco», recuerda.

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